A ride

Edo
3 min readJan 6, 2021

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La historia está inspirada en el concepto de Macross: The Ride (aunque sólo he leído el libro de arte, jamás la obra estuvo en mis manos).

Las alas dieron el movimiento precompetitivo lógico, balanceándose arriba, a la izquierda, abajo, luego al revés hasta la posición inicial. Ahora arriba, a la derecha, abajo y de nuevo al lugar del comienzo. La piloto se bajó de un salto para verificar todo lo necesario una vez más: la manivela del hidrógeno bien balanceada con los otros gases menores, ninguna pieza floja, los vidrios relucientes, nada derretido por la fricción gravitatoria, la radio andando, los reproductores de música también, los láser funcionando, el salvavidas acuático en su gaveta y el paracaídas en el asiento, la escalera plegable de emergencia, raciones de comida, ningún raspón… Todo ordenado. Volvió a subirse para estacionar en el hangar común de los competidores. Echó unas monedas a los cuidadores, se bajó y fue en patineta aérea a su hotel para pasar la noche.

Decidió competir como Calixta Rider, considerando que la última vez no le fue mal con tal sobrenombre. Era algo trillado y pedestre, pero las cábalas van primero. Pero ella era Callia. No poseía apellido; en su cultura no existía tal concepto, pero desde que los humanos empezaron a mostrarlo e imponerlo en ciertas organizaciones como ésta carrera, ella empezó a pensar sobre el tema: ¿su familia, cuál era? ¿La de su madre y abuela, en aquellos campamentos de exiliados? ¿La de su padre y sus hermanos en esa parte remota de Encélado? ¿La de su criador, el anciano de Colonia 93 que regenteaba a varias personas que solían ir y venir y sólo se veían en la cena? No le quedaba nada claro ese tema, pero se lo preguntaba. Le daba mucho dolor de cabeza patinar en ese estado de duda existencial, por lo cual descendió en una estación y se tomó un transportador urbano. Dos monedas y hasta la puerta del lugar.

Durmió con placer hasta que una patada la despertó. El conserje, digámosle, la despertó a la hora pactada del modo acordado. Vomitó un poco de sangre pero fuera de ello, no había problema.

Ya en modo competencia, evitó repensar temáticas complicadas. Llegó escuchando algo en su device, tranquila, mientras veía el paisaje transformado de Sedna. La sorprendió la tenacidad de los humanos para transformar cualquier pedazo de rocas que volase cerca de su planeta ‘eje’ en una colonia extractiva, una cárcel (lucrativo negocio), o en sencillos lugares residenciales. Le dio bastante miedo, de hecho. Asique evitó pensar de nuevo hasta llegar a la pista.

‘¿Para cuándo está?’ dijo. ‘Ya mismo, maestra’, le contestó el personaje algo trapezoide con olor a aceites en modo entrecortado.

Ella ya estaba preparada en su traje espacial estilo astronauta terrestre, moviéndose para no quedar endurecida por la espera. Lentamente vio el portón abrirse, las luces entrelazadas, la música lejana de distintos lugares de la ciudad: su avión allí aparecía. Largo, en medio de las luces amarillas y azuladas del lugar, su violeta oscuro en la trompa aparecía impresionante, luego atravesado por flashes era el gris y el magenta del cuerpo central y parte de las alas. La cola violeta como remolachas remataba el artefacto. Callia inspeccionó ocularmente a la distancia con su sistema integrado en el traje a su avión: all clear. Ingresó de a poco, sin asistencia, llena de nervios y emoción por otra carrera.

Fue dejándose llevar por el motor aplastante, recordatorio de bestias salvajes con las que convivió en su infancia y juventud. Poco a poco se mezclaba en su retina un pasado triste, lleno de eventos nada admirables, con un presente vivaz y un futuro incierto.

Las alas empezaban a decir adiós apenas saludaban. Era un vuelo fugaz, y así lo hizo saber el láser de partida. Pocas especies poseen los ojos para comprender qué sucede en verdad en este tipo de carreras; y mismo los competidores poco o nada recuerdan de esta competencia ya que les licúa el cerebro la velocidad. Aun así, Calixta Rider se estableció como la tercera entre veintisiete. Callia acusó recibo de ello recién a las tres horas, cuando más o menos dejó de sentirse muerta en vida. La entrevistó la chica local para sacarle una frase que sería usada en su contra en alguna revista especializada, luego levantaría dinero por publicidades engañosas y finalmente moriría pasada de drogas en alguna propiedad suya o comunal (fuera de la Vía Láctea preferentemente). Pero ella se resistió: balbuceó agradecimientos vagos y finalmente cerró:

— … y gracias, en especial a mi familia. A todas mis familias.

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Written by Edo

Me gusta dibujar ropa, analizar estrellas y comer rico.

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