y salud en general
Desde mis primeros recuerdos, mi vida estuvo limitada por la enfermedad conocida como asma, enfermedad que restringe la normal actividad pulmonar. Uno de mis primeros recuerdos es correr en la terraza de mi aún hoy hogar detrás de mi hermano y agotarme a los primeros segundos de trote. Mis clases de educación física estaban limitadas por la enfermedad; si bien hice Natación en 4to grado, en lo demás estaba más que limitado. Eso me hizo un niño flaco y débil en mis primeros años.
La cura fue hallada por mi madre en el Hospital Garrahan. A lo largo de varios años ibamos y veníamos al menos una vez por semana. De eso no tengo más que vagos recuerdos ahora, pero sí recuerdo que pasábamos por una zona espantosa hasta llegar ahí. ¿Era una cárcel o qué? No recuerdo, pero había gente gritándonos. (Ahora googleé y sí, era la Cárcel de Caseros).
En el hospital, en un período, recuerdo también que me llevaban de aquí para allá, me inyectaban alguna cosa con anuencia de mi madre, me hacían correr constantemente; estaba monitoreado como el boxeador ruso de la primer Rocky. Nunca supe bien qué carajo sucedía ahí, pero mamá me decía que era para curarme, entonces accedía.
Al final, mi madre cumplió su palabra via la pericia y ciencia de los trabajadores médicos. Nunca más tuve problemas respiratorios luego del tratamiento.
En cuanto al peso, que lo mencioné, desde la cura empecé a engordar a tal punto que llegué a obesidad de primer grado; actualmente es un sobrepeso alto pero que no me imposibilita actividades de ningún tipo. De hecho, no me imagino bajando los dieciocho kilos necesarios para un ‘peso normal’ según el Indice de Masa Corporal; me desintegraría en tal caso.
No tengo problemas de salud física y mi salud mental está bajo control, actualmente. Eso es lo esencial.
El resto de la autobiografía va construyéndose acá.