No crean en las redes
Hay familias que suben, los cuatro miembros, fotografías o videos de cuán felices son mientras en la casa se gritan añadiendo ‘boba’ al final de toda frase para remarcar cuán inteligente (no) es el interlocutor.
Hay parejas que suben fotos con los padres de cada miembro, los seis contentos; ay si se supiera el backstage, donde el varón dice ‘ya no te amo’ a la dama y ésta, desesperada para sostener su vida perfecta para su clase social de vidas perfecta, se desvive para solucionar el problema ¡pero es él quien tiene drama, no ella!
En la guerra se ve la brutal realidad: los hombres somos carne descartable.
Tantas cosas que no quiero ahondar… Es un asco cómo se maneja la gente.
Pero ¿saben cual es el problema? Que uno, débil, cae en la trampa de creer en la felicidad que venden los mercaderes falsarios.
Las redes son medios nuevos con los cuales las personas engañan. La culpa es propia por creer en quien no debe confiarse.
Uno cae porque suele haber memes, información relevante, o arte de categoría que merece su visionado. Pero, en el medio, aparece la mierda de familias, o parejas, o sociedades comerciales felices; digo mierda porque siempre que hay humanidad hay problemas, imaginate con dos que quieren ser uno.
Todo esto para decirme: ‘Edo, hay que parar de leerlos. No les creas. Son así y no van a cambiar. Lo mejor es evitar el mundo. Volvé adentro, volvé al anime non-stop, a la música, al arte. Permitite un título para decorar tu choza en el futuro, pero mientras: anime’.
Así será. Y lo lamento por las tres o cuatro personas que me quieren.
A pesar de mis intentos, soy esto. Es bueno reconocerlo, para romper el ciclo de ascenso y depresión; si uno sube sabiendo quien es, baja con seguridad.
Y ahora sí, como le dijo Hide a Ken: ‘die with style’.
Este año de intentos aperturistas me dejaron gente y aficiones. No es todo derrota. En absoluto. Y de mí depende.
