Una buena debo escribir
En su momento, Marzo 2021, escribí de un tirón artículos sobre mi autobiografía. La mayoría son sombríos, concentrados en la etapa más turbulenta de mi vida y mis muchos fracasos, con pocos consuelos, en el camino para solucionar mi caos psico-relacional.
Ya estamos al 3 de Noviembre de mismo año y puedo reconocerme distinto y similar al Eduardo pre-16, al del dolor, al del después y al del pasado cercano. Distintas encarnaciones para responder al dolor de existir, de no poder conseguir objetivos, ni paz mental.
Afortunadamente puedo decirles que estoy mejor, en lineas generales. No existe recuperación completa luego de una rotura; siempre queda una sensación donde el hueso ‘flota’, en especial en días lluviosos. Así en mi vida: siento que van soldando las roturas, algunas muy recuperadas; pero sigo muy tembloroso y deprimido en el amor y relaciones grupales. No puedo evitarlo: sigo desconfiando de mí, de mis habilidades, de qué tengo para ofrecerle a otra persona que pueda llenarla y quiera compartir conmigo varios momentos. Con o sin besos de por medio, claro. Me preocupa más la carencia de un grupo de pertenencia que el de una pareja, muchas veces.
He llegado a un momento en el cual, creo necesario integrar las etapas pasadas; con lo doloroso y satisfactorio. Y sacar al mejor Eduardo de allí. Del sub-16, la capacidad de sacar sólo 9 y 10 en lo académico, y cierta distancia o hasta frialdad emocional para cuando sea necesario; del Edo de la gran crisis, su persistencia para aferrarse a la vida y sobrevivir, entendiendo que no siempre debe ser de modos perniciosos; del posterior, la resistencia al fracaso, el continuar a pesar de que el camino se vuelva oscuro y la curiosidad en pos de satisfacer sus necesidades culturales o de recreación; del de este pasado reciente, estos últimos años, me quedo con la apertura mental para aprender nuevas asignaturas, conocer nuevas personas, entenderlas, quererlas incluso más que a uno mismo, como método de satisfacción y hasta salvación personal. También la disposición a recibir ayuda profesional y de todo tipo. Queda pendiente no endiosar a nadie; todos somos personas, y con eso ya basta. Tampoco volverlas diablos cuando no me sale todo como quiero. Aprendizajes para el resto de la vida.
Como consecuencia de esta integración espero conseguir más paz, más asertividad y confianza en mí. Lo que me llevará a lograr resultados positivos.
Pero falta. El proceso de crecimiento espiritual nunca termina, siempre hay algo que solucionar, faltan palabras que decirse o eventos a los cuales concurrir.
Pero hacerlo con un trabajo detrás, con la seguridad de un camino recorrido, hace todo distinto. Más pacífico.
Más libre y colorido.
Seguiré llenando el mundo interior de mis colores, para cuando broten afuera sean muy bellos para los transeúntes.