Un hito revisitado
¿Cómo hablar de Macross sin su historia y contexto? Aquello que en Occidente conocemos como Robotech tiene origen en la serie televisiva SDF Macross (1982) y la película Do You Remember Love? (1984). La franquicia no para de escalar en la consideración popular hoy día dentro de Japón. Y si bien hoy día todo problema entre Macross y Robotech está solucionado, hubo una época dura: apenas terminada Macross 7 y sus spinoffs, la compañía americana Harmony Gold, ¿dueña? de los derechos de Robotech, logra que la franquicia Macross se bloquee fuera de Japón. Entonces, no había echado raíces fuera del archipiélago; por ende los productos estaban fritos comercialmente. El creador de Macross, Shoji Kawamori, se dedicó a hacer otras series, pero seguía pensando en su creatura primera. Así nace Macross Zero, una precuela que afirma su posición como creador de la franquicia. Ésta entrega no es muy exitosa, entre otras cosas por apostar a hacer los aviones a CG en inicios de los 2000’s, empresa más que dificultosa por el poco avance tecnológico y falta de costumbre en los trabajadores de la industria. Para el 25 Aniversario de la franquicia, en 2007, se anuncia entonces la gran apuesta para reflotar el producto: Macross Frontier.
Frontier utiliza la receta Macross de siempre: un interesante foco en las situaciones y relaciones cotidianas de la nave espacial Frontier (slice of life), mezclado con épicas batallas galácticas a bordo de aviones transformables (los Valkyries) matizadas por música pop otorgada por alguna idol. En esta edición, es interesante la aparición de una historia política definida, mediante el gobierno de las naves Frontier y Galaxy.
El trío protagónico lo conforman los adolescentes Alto Saotome, heredero rebelde de una familia kabuki que se vuelve piloto de Valkiries; Ranka Lee, una chica genki que sueña con ser una famosa cantante; y Sheryl Nome, la nueva estrella pop galáctica.
A lo largo de la historia, vemos cómo la nave se defiende de los ataques del Vajra, una entidad con forma de avispa robótica; en medio de esa guerra por la supervivencia, los protagonistas y secundarios discurren entre trifulcas estudiantiles o amorosas, el crecimiento o caída de las cantantes titulares, la turbia política del Frontier y mucho más. Abunda el humor de tinte algo procaz (Kawamori tiene cero threads y deconstrucción, aviso) pero también el clásico romance con idas y vueltas entre chico y chicas.
Los personajes están armados al detalle. Así como Sheryl es un ícono de la cultura pop nipona por derecho propio, gracias a la seductora voz de Aya Endo como seiyuu y la versátil May’n en el canto, varios secundarios la descosen. Menciono nomás a Michel Blanc (Hiroshi Kamiya), Ozma Lee (Katsuyuki Konishi) y Klan Klang (Megumi Toyoguchi). Qué memorables personajes.
La música es sencillamente buenísima. Yoko Kanno metió puntos, goles o lo que quieran hasta cansarse. La amplitud que maneja es asombrosa; con Ranka puede ser tierna, con Sheryl es altiva y tierna cuando lo desea, y los Opening y Endings son icónicos; sobre todo Lion, que aún suena en karaokes.
La Dirección de Arte es dinámica y flexible como pocas; la transición entre las escenas del interior de la nave, u ocasionales escenas en planetas, se intercalan perfecto con las constantes escenas dentro de aviones en medio del espacio exterior. La ciudad artificial del Frontier está basada en San Francisco, Estados Unidos, algo notorio para los familiarizados. Una local con la que charlé pudo reconocer varios puntos con sólo fotografías. Igualmente hay nombres que son prestados de ciudades cercanas, como Griffith Park (de Los Ángeles).
El director, Yasuhito Kikuchi (I.S. Infinite Stratos, Tensei Shittara Slime… S1), se va de tema con la dedicación que pone, especialmente en Sheryl para mostrar lo épico de sus recitales y su presencia artística. También en la fluidez de las batallas, o la dinámica con la cual hace llevaderas las charlas políticas entre el Presidente Glass y su subordinado, León.
Hay decisiones artísticas curiosas: la ya mencionada presencia masiva de escenas en el espacio exterior, llamando a una reflexión sobre nuestra pequeñez en la escala galáctica. Planetes de Makoto Yukimura hizo mucho mejor esto, pero igualmente es muy bueno lo hecho en Frontier.
Y cierro aquí. Puedo tipear mil párrafos. Me contendré. Recomiendo mucho la serie para quienes sean fans de la space opera, y si quieren llenar sus días con acción, reflexión, música y esperanza. Macross Frontier otorga de todo esto a toneladas.