…el mundo que se viene
En la última encuesta de Zubán Córdoba, una encuestadora de gran fiabilidad, se mostraron números que sacudieron un poco el avispero politológico. Va lo esencial para el análisis:
El escenario 40–30–20 al que se está yendo en Argentina rompe con la idea peronista de que son la totalidad de la Nación; más cuando serían, con 2021 contado, dos elecciones seguidas sacando alrededor de los 30 puntos a nivel nacional. ‘Sorprende’, sobre todo, el ascenso estelar de los liberales/libertarios hacia una posición de escoltas consolidados de los partidos tradicionales. Dudo que sorprenda a quien vive con un sueldo promedio o levemente por encima, o vea que en los últimos 20 años gobernaron las dos coaliciones más grandes y han demostrado una inhabilidad cada vez mayor para brindar servicios dignos a la población no-rica, la cual se maneja con una red paralela al Estado para seguir viviendo muy bien; esto hace que todo sector social, pero sobre todo la clase media y baja decida volcarse a estas ideologías. Vean el último mapa electoral en Ciudad de Buenos Aires y díganme estoy errado en el background social de los votantes de Milei.
Otro hito que hace a los libertarios, lejos de una avanzada fascista o antiderechos que no analizaré directamente, es la crisis cultural argentina. Los menores de 22 años han vivido en la constante inestabilidad social tapada con cortinas, una riña social permanente y, desde 2010, una economía estancada; para peor, desde 2018 hay una caída brutal de la economía que apenas está deteniéndose en 2022 pero no llega a notarse en la vida cotidiana — por el contrario, la inflación, fantasma recurrente en el país, amenaza dar su estocada final. Hay un reducido número de personas que consumen las novedades literarias, todas de universidades de Letras o de Sociales, o gente muy mayor acostumbrada desde la juventud al hábito literario, cuando éste era otro país. Los clubes de barrio o las escuelas son merenderos con cierto rol secundario de enseñar deporte o matemática. La educación secundaria es abandonada por casi la mitad de quienes pisan su primer año. La Iglesia, horadada por sus crímenes, calla en casi todo ámbito mientras se desangra de fieles, que se van al evangelismo o saltan al ateísmo. La droga toma ciudades enteras. Y la tecnología aisla como una droga más a varios, y asimismo brinda redes de contacto novedosas a otros tantos. Todo esto deshace las redes sociales y culturales tradicionales, aquello a lo que estábamos acostumbrados. No hay quien enseñe en los barrios que el PJ es a quien hay que votar sí o sí porque Evita regaló una máquina de coser a la abuela, ya que no hay memoria compartida de nada más allá de pocos años atrás. Todo esto la ‘clase media’ puede navegarlo, pero los más débiles en el sistema económico no. Entonces, todo el pasado se pierde, dándole espacio al presente como una furia. Eso hace que Santiago Maratea sea tan respetado, ya que en pocos años no se contradijo mucho por lo visto. O hace que el gobierno nacional del peronismo caiga en un descrédito durísimo por ciertos excesos policiales o desatinos, no siempre gubernamentales. Con tan poco basta.
Lo que no entienden los voceros del gobierno (además de lo ya expuesto arriba), personajes usualmente criados en las cunas de la soberbia, la endogamia intelectual y el aburrimiento llamadas ‘colegios públicos de elite’, es dónde recaen las culpas tanto de la situación general del país como de la particular caída de esta unión peronista y progresista. Sobre lo primero, siguen con la cantinela de ‘Macri malo’ por la cual todo es culpa de un gobierno de 4 años sobre ciclos más grandes a analizar; no lo eximo de culpa, sino que trato de contextualizarlo como es debido, lo cual me obliga a des-demonizarlo.
También usan el hecho de la pandemia, que destrozó todo el mundo, a sus fines discursivos. Este punto es más consistente que el primero -¿qué duda puede caber?-, pero aún dándole la razón al peronismo es una visión victimista, fatalista; desentona totalmente con la imagen de bully invulnerable que suele propagar el PJ de sí mismo y los otros partidos el sistema suelen aceptar; esta disonancia entre historia y presente los votantes la ven y no la dejan pasar.
Aquí es la clave: la terrible distancia entre una historia de gloria y épica, de avance contra la contrariedad, transformaciones sociales y culturales, con el presente de impotencia y discursos torpes con bajadas de línea repetidas hasta el hartazgo. Asís lo sintetiza mejor y con la autoridad de haber participado en gobiernos del estilo.
Lo curioso del escenario próximo en Argentina es que se asoma un mundo impropio para el peronismo mainstream de hoy: un lugar donde nadie puede tirarle números aplastantes a otro; un mundo multipolar, que necesitará de negociaciones constantes con actores de todo orden, ya que tendrán poder de fuego suficiente para impedir acciones de gobierno muy osadas.
Se asoma un mundo más inseguro que tenderá a fuerzas políticas más definidas ideológicamente (no necesariamente más violentas o intransigentes, conste) como reaseguro del pedacito de poder de cada persona, donde el camaleonismo (ser un partido catch-all, hablando con propiedad politológica) del PJ en general y en particular de este Frente de Todos dudo tenga cabida. La separación de las facciones en partidos propios es inevitable desde la visión que tengo.
Todo esto y algo más hace que los libertarios crezcan sin parar.
Hacen bien en temerles aquellos afines a las fuerzas mayoritarias. Los liberales son una fuerza llena de jovenes irreverentes, sin mucho pasado a respetar y con ímpetu para tocar lo que haya que tocar de las estructuras sin importar qué se cae o qué retenemos al futuro. Suena peligroso: lo es. Puede salir bien o mal. Esperaría a un mandato suyo para definirme, considerando se le dieron tantos gobiernos a los demás y la cagaron... uno de prueba no se le niega a nadie, opino.