De un sector, al menos
Hace no mucho escribí un artículo explicando, en mi visión, por qué los libertarios siguen creciendo sin parar y las fuerzas mayoritarias caen y se llenan de ira al no entender por qué sucede esto. (recomiendo seguir al periodista de Clarín encargado del tema encuestas para que vean cómo va la cuestión semana a semana).
Creo que el video de Alfredo Casero en un ‘momento Joker’ ha trascendido barreras pero en cualquier caso se adjunta aquí. Quisiera desgranar los motivos por los cuales explotó Casero, los cuales son entendibles incluso desde perspectivas inesperadas: gente muy de izquierda cree que Argentina esta peligro; lo está, pero no se si coincidimos en cuál es el peligro. Lo importante es que todos vemos una crisis fenomenal.
Casero se la atribuye a los periodistas y políticos. A quienes son poderosos. Habla de ‘empezar a ver Mandelas por todos lados’, referido a la actitud del establishment en endiosar a personajes que vendrían a salvarnos de la ‘anomalía’ kirchnerista: Julio Cobos, Francisco de Narváez, Jorge Capitanich o Sergio Massa se me antojan como los primeros nombres en orden cronológico hasta 2015, triunfo de Macri; luego, con su caída, Alberto Fernández sería el nuevo componedor y ‘Mandela’ que nos llevaría a través del campo de espinas hacia la tierra de la esperanza; con su fracaso, se habla de la eterna ‘liga de gobernadores’ (casi todos peronistas) y en especial de Juan Schiaretti y Sergio Uñac.
Notemos varias cosas: en principio, creer que el kirchnerismo es una extrañeza a eliminar, una dirigencia venida en platos voladores y no la realidad usual del país. Lo, para mí, clave: el ‘círculo rojo’ siempre quiere una salida negociada con algún peronista con poder. Patrón básico. Personas del establishment que harían menos ruido que Néstor y Cristina Kirchner. Nunca un outsider: todo queda en casa, con gente que sepa las reglas. ¿Captan?
Luego Casero habla de ‘periodistas a los cuales les va bien y lo primero que hacen es ponerse pantalones chupines y hacer plata’ mostrando el duro alejamiento de la realidad de la clase periodística con las personas de a pie. Esto sucede en todo ámbito: nadie que veas en la televisión vive una vida usual, pero por alguna razón se autoperciben clase media trabajadora a la vez que viven y hablan de temas de clase alta. Basta ver el nefasto TN por diez minutos (si lo aguantan) para observar este juego perverso de personas haciéndose las laburantes mientras comentan series, accidentes y vestidos; cada tanto bajan la línea que le piden los productores, enviados por la dirigencia de la elite. Es asqueroso ver por casi una década todos los días este show patético. ¿Cómo lo aguantan?
Finalmente Casero remata con bardeos al periodista. Pero lo esencial es el momento del inicio: ese golpe a la mesa, esa brutalidad que rompe el supuesto sistema de las cosas. Los que estudiamos alguna ciencia social en la universidad nos aburrimos de aprender (en Semiología, Ciencia Política, Epistemología…) que las cosas no son naturales, no son venidas de Dios tal cual y uno las reproduce, sino un constructo social. Y por ende, este puede modificarse con el mero consenso social. Estamos en la etapa donde la crisis es tal que puede cambiar el paradigma (en el sentido de Kühn: las explicaciones y métodos que justifican la ciencia o forma de vida normal). Se han juntado tantas anomalías kuhneanas que la explicación usual no sirve: hay que buscar otra forma de entender el país y el mundo. En eso se está. La resistencia es brutal: en Luis Majul percibo a todo empresario, sacerdote, influencer o político que intenta poner en caja a esta revuelta en ciernes.
Vean, no piensen tanto: el comediante con una chomba pedorra que quiere hablar en serio es burlado por el periodista con traje y corbata: la indumentaria los muestra ya como el clown y el cortesano. Los demarca y los asienta en su lugar social. Pero el comediante comete el pecado de, así vestido, querer tomar otro rol social, y el del rol social ‘serio’ lo amonesta. Una presencia saturnina para aplacar el ímpetu joviano de Argentina, casa 1.
Es raro, pero la población se siente polarizada. Este hilo de, ok, nadie muy lúcido, va trasluciendo la lucha de fondo: luchar por una sociedad sin privilegios o seguir en el imperio del tongo. No importa quien lidere: un actor, un economista de pelos locos, o quien la sociedad decida en su momento.
Pierrot decidió tomar la bandera; queda en los demás reirnos DE él o CON él. Porque detrás del clown, asoma la masa en medio de la bruma y no viene con buenos modales.